5 historias de castigos binarios

Aprovecho el primer párrafo del primer capítulo de mi best seller para hacerles saber que estoy completamente desnudo. En la privacidad de mi habitación me encuentro frente a la pantalla de mi computadora mientras la piel de mi trasero hace contacto con la fría cubierta plástica de mi silla. (Tendré que limpiarla después). Obviamente ustedes no necesitaban saber esto, les hago el conocimiento de mi desnudez solo para hacerles saber que es una técnica creativa maravillosa. Mi cuerpo liberado de la presión que ejerce la ropa interior, ha suscitado un flujo creativo que hace que tenga novedosas ideas, no solo para escribir, me parece que debería desnudarme en mi oficina para resolver algunos problemas que implica el bombeo de pozos profundos.

La silla en cuestión.
La silla en cuestión.

Ahora comenzaremos con el libro.

I

Pocos castigos son tan sádicos como los que me impones tú. No puedo culparte. He cometido mis crímenes y mi sentencia es tolerar la tortura que tú asignes para mí, fue un azar del destino quedar en las manos de la mejor atormentadora del mundo.

¿Cómo es posible que alguien pueda resistirse a tu tormento? La belleza de tu cuerpo se ve incrementada conforme mi alma se quebranta. Las líneas de tu figura cual curvas que rozan la tangente entre la belleza superficial y mi dependencia a tu ser, solo se comparan con la inconmensurable beldad de tu rostro, el cual me mira con la relativa mezcla entre el odio que no me tienes y la pasión que entregas a tu misión.

No es posible permanecer estoico a tus correctivos. Porque cuando seleccionas las herramientas y los métodos de tortura lo haces con el conocimiento que solo puede poseer una esposa o una amante. Cada artículo de tormento lo seleccionas conociendo cada punto de placer en mi existencia. Cada método de tortura lo eliges a partir de un estudio completo de mi cuerpo y carácter. Un conocimiento que nunca alguien había tenido de mí.

Esa maravillosa manera en la que platicamos charlas tan infinitas como intrascendentes. Y los gloriosos momentos de silencio en los que no es necesario decir nada porque ya sabemos todo del otro. La bendita manera en la que quebrantas mi alma solo hasta el punto donde puedo soportar para detenerte y comenzar al mismo tiempo. Esas sesiones de tolerable angustia que terminan en el placer de recorrer los valles de tu figura.

Esas caricias que me mantienen cuerdo, contento y expectante. Sentado en mi celda esperando con añoranza la siguiente cita. Con la certeza de que volverás a someterme solo para coronarme como el rey del universo. Ese es el amor que siento hacia todo lo que representas. Sé que es correspondido. No importa que ellos crean que nos hacemos daño. Pueden someterme a una tortura pero no pueden obligarnos a sufrirla.

Porque aquellos que me encerraron te obligan a torturarme, pero nadie nos obliga a lastimarme.  El amor que nos profesamos va más allá de este futuro distópico donde un gobierno totalitario ha aprovechado la invasión extraterrestre y los zombis para tratar de controlar nuestras vidas.

Algún día mí querida Rosa. Te tomaré en mis brazos y este ritual de sexo y tortura solo será por placer y para festejar la libertad que tendremos.

Hunk leía la carta de amor redactada en papel higiénico. Rosa la había ocultado debajo del colchón, pero nada se le escapa a un supervisor de la sección 42. Sus supervisores sabían de la traición de su mujer, por eso le habían asignado la misión de registrar los barracones donde dormía su futura esposa. Nadie la obligaba a amarlo, el gobierno del estado absoluto le había asignado su prometida de la misma manera como la asignó a todos los miembros de su escuadrón. Había sido una suerte que el azar le emparejara con la mujer más bella del barracón M21, ahora sabía  que en realidad era una maldición. Los torturadores siempre se casan con los supervisores, así lo dicta el procedimiento. ¿Acaso él no había intentado ser un buen pretendiente todo el tiempo? ¿No le recitó un poema durante los juegos artificiales del aniversario de la salvación? ¿No se juraron amor eterno durante las puestas de sol en el muro? ¿Se ha olvidado de aquel tímido beso que se dieron la noche de la asignación?

Pero el la seguía amando. En lugar de entregarla a los jueces, la ayudaría a conseguir el cambio de prisionero. No permitiría que uno de los cerdos del barracón M21 la torturara y la hiciera suya cada tercer día. Ella es una chica lista, juntos dirían que cuando Oziel le entregó la carta ella la guardo para solicitar un cambio de prisionero. No podía evitar que se amaran, porque él también amó a una mujer que fue enviada mas allá del muro oeste y Rosa con su belleza jamás podrá reemplazarla. Pero podía conservar a la esposa que le asignó el gobierno y mantenerla a salvo. Antes de que otro supervisor se enterara…

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25 comentarios en “5 historias de castigos binarios

  1. Releyendo, me gustó mucho más que la primera vez. Supongo que andaba de mal humor cuando lo leí en el grupo. ¿O le has hecho cambios?

    Me gustó mucho, sobre todo, esta frase «El amor que nos profesamos va más allá de este futuro distópico donde un gobierno totalitario ha aprovechado la invasión extraterrestre y los zombis para tratar de controlar nuestras vidas». Tan de best seller.

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  2. Cuando inicié la lectura me pregunté ¿Y el Cerdito espacial dónde anda? Y wowww vi un escritor erótico también muy bueno. Al ratito zas apareció el «futuro distópico» y dije: -ahí está el cerdito, que me tenía preocupada-. 100 Chocolaticos «Kisses» para ti.

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  3. […] Bestseller para Insectos comunes, principios sin final. Acabas de leer la nueva aventura de Insectos comunes. Se trataba de escribir el primer capítulo de un bestseller. El título estaba escogido según las iniciales del nombre de cada uno de los componentes y una tabla elaborada por el Cerdo Venusiano. Existían varias normas al respecto que espero haber cumplido. A mis compañeros y compañera les toco otros titulos, a cual más loco, disfrutalos: Poe y los castigos rojos por Esther Magar Los ejércitos de los robots tecnológicos por Jean Rush 30 años de relojes binarios por Daniel Centeno Las torres de los orgasmos secretos por Toni Cifuentes 5 historias de castigos binarios por Luis Ernesto Molina Carrillo […]

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