Cita a ciegas con la rata gris

Es muy posible que varios de ustedes ya hayan leído, o por lo menos comprado los misterios de los monumentos ridículos (LMMR). El resto de ustedes probablemente esté esperando la adaptación al cine que sale el próximo año. En todo caso no es secreto que El cerdo venusiano y la Rata Gris han intercambiado correos desde mucho antes de la publicación del libro y ahora, aprovechando la visita a México de Raúl (para promocionar su nueva novela) hemos tenido una especie de cita a ciegas (excepto por que en este caso ya sabía con quien iba a hablar, independientemente de que no nos conociéramos en persona) en la que por fin he podido expresarle por qué odio tanto su libro.

Para quienes no lo saben yo tengo algo de responsabilidad en la creación de ese libro. Todo comenzó cuando lancé un reto de tipo humorístico para sacarles canas verdes a los insectos comunes. Resulta que LMMR fue un éxito  rotundo entre el público adolescente y todos aquellos que no disfrutamos la novela nos convertimos críticos insolentes y hípsters ególatras.

Bueno allí estábamos en un restaurante de comida mexicana, esos donde los turistas pagan entremés para dos personas, plato fuerte para cuatro comensales y cerveza para dieciséis ebrios. Cuando salió el tema del libro. Así que mientras Raúl se intoxicaba con chile y tequila, le espeté:

CV: El problema con tu libro es ese final que le pusiste.

LRG: No te voy a mentir, se supone que solo debía escribir el primer capítulo. Fue con lo de la independencia de Cataluña –Raúl hace comillas con las manos- qué las cosas se pusieron tensas y yo necesitaba salir del país lo antes posible. La gente del pingüino me ofreció un buen dinero y ponerme en Gibraltar o Reino Unido. Solo querían el libro terminado antes de octubre del año pasado para venderlo en navidad.

CV: Y supongo que con las presiones, las fechas de entrega y la mudanza te inventaste cualquier cosa solo para terminar el libro.

LRG: ¿Nunca han amenazado con poner bombas en tu casa? ¿Verdad?

CV: Pensé que esa noticia era parte del plan publicitario.

LRG: Una gran parte, pero si recibí amenazas. En especial después de lo de Madrid.

Con esto di por terminada la discusión. Raúl se merece hacer lo que hacen todos los turistas en México (descansar) y creo que lo justo era explicarle que no es buena idea beber más de cuatro caballitos.

Aun así, ahora con la autorización de Raúl les voy a adelantar una parte del final alternativo de Los misterios de los monumentos ridículos. La cual por cierto también aparecerá en la edición especial de su próximo libro: La azulada sombra del fantasma.

James levantó del cuello al perro. Aquel animal de rostro confundido había costado seis vidas y ahora lo miraba como si nada hubiera pasado. Las pistas eran claras; en el estómago del animal había una miniatura de la opera de Sídney la cual tenía grabada la contraseña de la caja fuerte. Pero había algo que no cuadraba. Esa no era la lógica de Sanders, él no hubiera cuidado a un perro recién operado teniendo otra opción. Quería que ellos o nosotros matáramos al perro para garantizar que la válvula nunca fuera abierta.

Llevó al animal a la oficina. Chiquis se soltó en cuanto reconoció la habitación. Troto meneando la cola hasta la caja fuerte y posó su patita de chihuahua en el panel táctil, las paredes de la oficina vibraron hasta que mostraron el pasadizo secreto oculto detrás de la caja de seguridad.

Al final del pasillo estaba la codiciada válvula.

Bueno. Aquí hay otras citas a ciegas con Insectos Comunes:

Cita a ciegas con un escritor. Relatos Magar

Los falsos finales. La Rata Gris

Matando el tiempo. Jean Rush

3 comentarios en “Cita a ciegas con la rata gris

Deja un comentario. Cada vez que lo haces un cachorrillo encuentra su hogar.

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s