Cuando miro el cielo estrellado, con la negrura aterciopelada decorando las estrellas, no dejo de pensar: allá afuera hay una galaxia con forma de nariz, en la punta verrugosa hay una estrella, en un vals newtoniano girando alrededor de la estrella hay un pequeño mundo, allí vive un hombre que se la está pasando por que tú.
Acaba de pasar el catorce de febrero y juro por el colchón de Chutullu en la casa R’ylleh que ha sido el año que menos me he burlado de la festividad, el año pasado escribí tres ensayos para burlarme del amor. Hoy sigo sin enamorarme, pero ya soy consciente de lo molestos que son los cínicos y los quejicas.
¿Por qué no nos hacemos un favor y leemos mis otros ensayos sobre el tema? Mientras tanto yo sigo trabajando en mi libro y ustedes (que por lo menos el 75% de los presentes no sabía que yo existía el año pasado) leen algunas entradas viejas.
El amor en tiempos del internet I
El amor en tiempos del internet II
El amor en tiempos del internet III
Firma con todo el cariño del mundo:
El cerdo venusiano