Para leer la primera parte da click aquí
Creo que la parte que más me gusta de matar a alguien es cuando el cuerpo cede, hay una sensación inmérita de triunfo cuando la piel y los órganos ceden a la presión y permiten al cuchillo continuar con su viaje. Hay otras maneras de obtener esa sensación de finalización, por ejemplo: cuando exprimes una espinilla, en el momento en el que la piel cede y la masilla de grasa blanca comienza a salir se obtiene una pequeña dosis del sentimiento que obtienes cuando matas a alguien. Tal vez sea un símil inadecuado, pero expresa con sinceridad el sentimiento de satisfacción que obtengo cuando finalmente mato a alguien.
No siempre utilizo el cuchillo, generalmente a disposición hay una serie de objetos punzocortantes que me permiten obtener la sensación de gozo sin perder la cualidad artística. El otro día conseguí un gancho para carne. El aparato es rudimentario trazando lo primitivo, la punta del gancho es roma y fue diseñado para carne que no opusiera resistencia, estas situaciones le dan nuevos matices al trabajo artístico y me dan satisfacciones secretas.
Para finalizar mi trabajo artístico debo colocar el unicornio rosa en un lugar donde sea visible desde todos los ángulos, no solo debe ser visible también debe agregar ese contenido artístico que me separa de cualquier depravado. Mi modelo de esta noche se llama Rogelio, al parecer de dedicaba a instalar televisión de paga, mientras su cuerpo cuelga del ventilador de techo algún componente interno de du cráneo cede a la presión y el gancho de carne se hunde abruptamente en las entrañas profundas del cerebro, gracias a Dios todavía estaba aquí cuando sucedió, esto es lo que yo llamo una satisfacción secreta.
Originalmente planeaba colocar el cuerpo desnudo colgando, pero el uniforme caqui manchado de sangre y oxido le da un nuevo contexto a la imagen, no es solo la vulnerabilidad mundana que garantiza la desnudez, el uniforme nos recuerda que él era un ciudadano promedio, probablemente clase media – baja, sin enemigos considerables y con una familia dependiente de él. Míralo ahora: Cuelga de un ventilador de techo mientras un gacho para carne incrustado en su cuenca ocular lo mantiene tenso en el aire. Podría haberle pasado a cualquiera, pero no te pasó a ti, ¿acaso no es eso para alegrarse?
Al final el unicornio quedó pegado a la frente de Rogelio, fue necesario pegamento epóxico pero el resultado es sublime, visible desde todos los ángulos de la habitación, recuerda ligeramente a aquellos cuadros donde un hermoso ejemplar equino observa desde un acantilado, una burda interpretación de lo que encontramos bellos y lo que realmente lo es.
Ahora hay que abandonar tu pieza, se podría decir que esa es la parte más importante del Arte: Permitir que alguien más vea el resultado de tu obra. Mañana podré volver a verla, algún fotógrafo encontrará los mejores ángulos posibles y algún palurdo inventará algún título casi gracioso para la nota. Supongo que eso será lo más cerca que estaré de tener críticos.
Macabro: ME ENCANTA!!
Me gustaMe gusta
Gracias.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo de las espinillas sí es verdad. Lo otro no lo sé, no me va el arte contemporáneo.
Me gustaMe gusta
Confiaremos en la palabra del narrador.
Me gustaMe gusta
Tétrico, pero no lo puedes dejar de leer!
Me gustaMe gusta
Me hacen considerar dejar el humor.
Me gustaMe gusta
La elección del peluche rosa que encabeza el artículo ¿es casual o a propósito? Lo digo porque se trata de un personaje de My Little Pony que tiene una versión psicópata:
Realmente es una elección apropiada para el relato. 🙂 Ah, antes de que me lo pregunten, mi conocimiento sobre ponis y unicornios se debe a que tengo una hija adolescente, y me ha hecho ver más series TV de animación de las que quisiera…
Me gustaMe gusta
Casual…
Pratchett decía que utilizamos a nuestros hijos para satisfacer ciertos gustos culposos, por ejemplo leer cuentos infantiles para hacerlos de mal gusto o leer cuentos infantiles para darles final feliz.
Me gustaLe gusta a 1 persona