Sergio abrió el buzón aunque el edificio estaba abandonado el mantenía el registro de por lo menos cuatro personas habitando. Hacía años que la ciudad estaba semivacía, la mayoría de los habitantes abordó las naves rumbo al cinturón de asteroides, las estadísticas más optimistas aseguran que un 25% de los pasajeros sobrevive, aún así miles de personas solicitan su ticket con la esperanza de una vida mejor y el perdón de sus deudas.
—El correo de este mes dice que tengo pre-aprobado un préstamo por 5000 dólares, fabricar esta publicidad les cuesta $3000.— El hombre hablaba al vacio, le deprimía saber que algún pobre diablo aceptaría la limosna que ofrecía la tarjeta digital terminaría pagando con creces toda la publicidad. —Costo anual total del 72,403% la más baja del mercado…— Susurro Sergio.
Desarmador en mano desmanteló los cuatro folletos publicitarios y retiró los componentes electrónicos, pronto terminaría la biblioteca y podría abandonar este mundo tranquilo. —Solo me falta el bibliotecario, no importa que no sepa de libros, o que no quiera hacerlo, ya casi he transcrito todos los textos sagrados a digital y cuando el señor de la noche se haya actualizado podremos enviarlo incluso a las colonias del cinturón de asteroides—
Cuatro cuadras más abajo el joven Elisai recién cumplía los dieciocho, le acababa de llegar su confirmación de mayoría de edad junto con la primera publicidad del banco, $3800 dólares para su juerga de cumpleaños y luego por el ticket a las minas del cinturón.