Los antiguos isleños cantaban sobre ello, la canción de las olas y el volcán.
Un poema milenario que cuenta la maldición que sufren estas islas:
Cada cuatrocientos años el volcán expele su furia, liberando fuego y ceniza, pero también la enfermedad. Sífilis… sífilis prehistórica, de la misma que padecían los dinosaurios durante la pubertad de la tierra.
Los nativos se han vuelto inmunes, han aprendido a prevenir la enfermedad, pero más de un hombre blanco ha quedado contagiado por la furia del volcán.
Esta excusa fue dicha por un marido a su mujer, como explicación por haber contraído la sífilis después de un “viaje de negocios” al Pacifico sur.
Pues tendría que perdonarlo aunque solo fuera por su gran imaginación.
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Pero sin reconciliación.
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Mira que ya tengo un pretexto por si un día me voy por «ahí».
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