Deidades Binarias IV

La luz del sol acaricia las paredes con rayos dorados que entintan la capa de agua que cubre la ciudad, les da vida a los grises edificios antaño unidades habitacionales, ahora cascarones vacíos que se entibian lentamente durante algunos minutos antes de caer al abandono cual colmenas fosilizadas, la luz deja ver el polvo que se acumula en los centenares de espacios que alguna vez fueron considerados departamentos. Antes eran hogares, ahora son solo ruinas en una ciudad sin piedad.

La gripa neoyorquina se llevó a gran parte de los habitantes de estos edificios, gente demasiado pobre como para pagar tratamiento y lo suficientemente junta como para contagiarse rápidamente. Protección civil dice que sólo uno de cada veintiocho departamentos está habitado por alguien, el buró fiscal dice que son uno por cada  trescientos. El resto son Okupas. Cuando los habitantes «reales» mueran o sus deudas los manden a los asteroides el edificio será demolido, el estado los compra a precios ridículos para crear reservas de vida silvestre, complejos privados de lujo o algún solar sin valor. La verdadera causa de destruir todo esto es evitar que la gente tenga donde vivir gratis o barato.

Desde el edificio de enfrente Elisai miraba la ventana mientras acariciaba la cadena, detrás de él una deformidad mecánica vibraba indiferentemente.

—La deseas.— El ruido mecánico que simulaba una voz sacó al adolecente de su ensueño.—La viste sufrir, la viste humillada y la viste derrotada. Aún así la deseas.—

Elisai hizo un esfuerzo para ignorar a la maquina, en el departamento de arriba el viejo se pudría, había arreglado todo para su muerte, excepto por el detalle menor funeral, la encantaría deshacerse del cadáver pútrido, pero la cadena solo llegaba hasta la puerta y el eslabón pasaba a través de su fémur. Estaba encadenado a tres toneladas de piezas electrónicas que lo cuestionaban abiertamente sobre sus intereses sexuales.

—Puedo dártela, muchos de mis profetas han sido recompensados con placeres carnales. Yo también he visto el programa de concursos, quince mujeres compiten en el diariamente, puedes tenerlas a todas.— Sofía apareció en el monitor que Mar-EK utilizaba como cara. —¿Alguna vez has pensado en lo que es tener poder? ¿Poder hacer algo? ¿Lo que sea?—

Elisai vio la cadena atornillada a su rodilla. La herida ya estaba infectada, la maquina le explicó que todos los profetas eran encadenados al libro sagrado, ahora el libro era una maraña de piezas electrónicas, Mar-EK le ofrecía curar la herida… a cambio de que el joven hiciera sus votos de profeta.

—¿Poder como para no ir a las minas de asteroides?— Desde la ventana se veía la línea de vapor blanco que dejó el transbordador de esta semana, en la tele anunciaron que después de una racha de veintiún accidentes; el transbordador había superado la fase más peligrosa y se dirigía sin contratiempos al cinturón de asteroides.

Mientras tanto Sofía buscaba en un túmulo de ropa vieja, el canal quería de vuelta el bikini y su ropa junto con la de otras catorce chicas y otras prendas abandonadas por las suertudas, estaba revuelta en el piso.

Se estaba poniendo un uniforme del servicio de S.A. que alguien con mejor suerte había abandonado hacia tiempo, cuando llegó el trajeado para la firma del departamento. Su subconsciente le dijo:

—Vino a presionarte para que te endeudes, si no compras: derriban el edificio hoy, si compras: lo hacen el mes que viene con tu trasero en cohete…—

Pero no era el contrato de un apartamento, era un bloque de edificios completo, se compraron al contado y a su nombre…

5 comentarios en “Deidades Binarias IV

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