Ciudad Polar

A veces la ciudad me hace odiarla y amarla, avanzas entre un mar de rostros mientras tu nariz se debate entre el aroma de la cebolla asada y el olor a orines rancios, entre todos los cuerpos anónimos que comparten el espacio donde vivimos de manera inesperada, la distingues: Sobresale entre el océano de extraños, su mirada es diferente, su cabello reluce, el rostro te ilumina y su manera de caminar la hace única. Son solo unos segundos en los que recuerdas por qué amas a la ciudad; la belleza de sus habitantes, ella es uno en un millón y durante algunos segundos te enamoras.

Ella continúa su camino como si nada, eres un hombre más en la multitud, un fragmento del universo de personas sin mayor detalle en la existencia. La ciudad se vuelve fría y mustia, el hedor de los orines de vigoriza, probablemente un borracho sació sus necesidades aquí anoche. ¿Sufría el de amores? Es posible, la ciudad es cruel e indiferente con muchos al mismo tiempo, la única evidencia de su existencia es el penetrante perfume de sus decepciones, un recordatorio de por qué esta ciudad te odia y te ama.

Esta ciudad tiene cuatro millones de habitantes y dieciséis millones de historias, todas son diferentes, puede haber constantes, pero cada habitante es un millar de variables diferentes.

A las ocho de la mañana un grupo de colegio privado visita la estación del tren ligero, los niños se toman selfies y se emocionan, es la primera vez que utilizan el transporte colectivo y esperan una lección emocionante. A cuatro metros de allí; un niño vende miel junto con su madre, tiene la misma edad que los estudiantes, para él el tren es solo una repetición rutinaria, se abren las puertas y los clientes pasan enfrente. Si uno de cada 100 le compra algo, podrá ir a la escuela en la tarde.

Todos los sábados, en el mismo lugar cientos de jóvenes se reúnen, se organizan para comerciar, debatir y convivir. Todos ellos se consideran minorías a su manera, gustos en música, intereses políticos, amenidades culturales, alimentos orgánicos y “tantitas” drogas. En el centro del refugio cultural, un militante de izquierda canta sus consignas y reparte folletos, promete a los cuatro vientos: prosperidad, igualdad y paz. A tres cuadras de allí, en una silla de ruedas, descansa doña Gaby. Su último nieto murió en un accidente de motocicleta en el 2015, no tiene acta de nacimiento ni pensión alguna, su difunto marido le dejó cuatro propiedades para vivir de las rentas, cuatro parientes lejanos habitan las propiedades mencionadas, ninguno la ayuda económicamente, su ultimo aliado es la hija que se quedó para cuidarla, la hija padece retraso mental. Todo a solo tres cuadras de distancia.

Entre el templo de Jesús María y el templo de Santa Teresa de Jesús hay una casa construida en 1890, la fachada es del mismo material que los templos y conserva el estilo arquitectónico de los otros edificios históricos: Arquitectura clásica con toques de barroco. Las casas en ambos lados son mucho más recientes, los portones del frente fueron reemplazados por las cortinas de un local comercial, allí venden discos y playeras de música metal, es la cosa más normal del mundo.

El parque se encuentra al centro de uno de las zonas residenciales más exclusivas de la ciudad, a petición de los vecinos el ayuntamiento envía semanalmente a una cuadrilla de jardineros, los domingos en la tarde, las sirvientas y los mozos de las casas aledañas se reúnen en el parque, en su mayoría son inmigrantes de estados como Morelos y Tlaxcala, se le permite descansar medio día el domingo, a los dueños de las casas no les gusta la gente pobre conviviendo en el parque, a petición de los vecinos el ayuntamiento retira a los civiles y enciende los arpersores para evitar que lleguen nuevos.

En una colonia de interés social hay un parque perfectamente perfilado, todas las plantas son cuidadas por los vecinos y hay un fragmento de acueducto olvidado adornando el centro del jardín, cada cuatro noches; gatos caseros y callejeros se reúnen como iguales allí. Los vecinos lo saben perfectamente pero actúan indiferentes, los felinos planifican la esclavización de la humanidad, tal vez tengan éxito dentro de diez años.

Origen de la foto.

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