Pues el informe dice que el tío Josué murió cuando resbaló por las escaleras y se golpeó el cráneo, a su edad ya no se reciben tan bien los golpes, la casa sin él es una de las cosas más deprimentes que he visto en mi vida, el refrigerador es más viejo que yo, la capa de pintura se desprende en costras amarillentas y las ventanas están cubiertas por una capa de mugre que opaca el claro día que hay afuera. Es sorprendente como logramos relacionar ciertos colores con ideas tan concretas, por ejemplo: El tono amarillento de las paredes se encuentra en el piso, las ventanas, las cortinas, el suéter tirado junto a las escaleras y la piel del cadáver de mi tío. Un diseñador de interiores medio loco se atrevería a llamar a este tono específico «amarillo muerte». Prácticamente puedo escucharlo:
—El amarillo muerte es un color muy flexible que se puede mezclar con el verde vomito, el gris institucional, el beige nicotina y el bermellón oxido. Tienen que verlo con estos cojines de color blanco caries que importamos desde Portugal.—
Toda la casa se encuentra ordenada, exceptuando por el suéter, una magnifica pieza de lana picosa color amarillo muerto con detalles navideños en verde vomito y bermellón oxido. Probablemente estaba tratando de ponérselo cuando resbaló, o la senilidad lo alcanzó y el horrible atuendo olvidado fue la causa del traspié asesino. Al final todo se va a la basura, a nadie le interesan las cosas de mi tío.
Mamá murió, se dirigía al funeral de su hermano cuando un infarto fulminante le tomó por sorpresa, cualquier posibilidad de supervivencia se perdió cuando su jeep patriot se estrelló contra el muro de piedra que acompaña a la 200 federal, el color champagne de sus interiores perdió mucho tono cuando se salpicó de sangre, ahora era un vehículo blanco purpura moretón con accesorios color madera vieja y salpicaduras rojo sangre en su interior color amarillo muerto, ese tono horrible debió de esconderlo, pero pude ver que por algún motivo en el amplio asiento trasero descansaba el horrible suéter de mi tío.
No es coincidencia: Mi madre, mi tío, mi novia y mi perro. Ya me he encargado personalmente de desechar ese horrible suéter a la basura pero sigue regresando y matando a mis seres queridos, lo sigo viendo a pesar del amarillo, ese jodido color que se coló en las paredes, el interior de la amplia camioneta, la toalla en la regadera que explotó y el vomito de mi pobre perro intoxicado, (no hubiera sospechado si el fluido fuera verde) allí estaba él en todas las situaciones. Junto a la escalera, en el asiento trasero, la casita del perro y tapando el sistema de eliminación de gases.
Es el suéter y quiere algo de mí, quiere que me lo ponga…
¡¡Qué bueno!! Excelente descripción, trama y desenlace. Esto no parece algo del cerdito, me suena más a Ernesto, lo que está muy bien. La «voz» del decorador me acompañará por un buen tiempo describiendo perturbadoramente cada asqueroso color de mi entorno. Bravo.
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Gracias.
La verdad es que ya llevábamos un buen rato sin publicar cuentos de verdad.
Este y el de la sirena son cosas de Ernesto, me sigo preguntado qué pasará cuando nos separemos por completo.
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¿Traumatizado por algún jersey picón de la infancia? Muy bueno el relato.
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No se imagina, cuando tenía 10 años estaba obligado a vestir de lunes a viernes un horrible súeter verde obscuro que picaba en el cuello y las mangas.
Ese maldito súeter me espera en el infierno.
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¿Y en verano una camisa color blanco caries?
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El sueter era de todo el año, incluso en verano.
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