¡Hermanos!
El hijo de Ford se aproxima, vendrá a consolarnos, lo esperamos con fe sabiendo qué el asfalto se alisará de nuevo y las grietas del concreto se llenarán, el zumbido se escuchará por las calles y el vapor de los escapes perfumará nuestros cielos.
¡Vendrá! Traerá ambulancias para los enfermos, patrullas para los ofendidos, deportivos para nuestros jóvenes, camionetas para los granjeros, SUV para nuestras esposas, limosinas para los bendecidos y taxis para los oprimidos.
Solo nos pide fe, certeza de lo qué no se ve, conocimiento en nuestro corazón de qué el maná de alto octanaje volverá a fluir de nuestros suelos.
¡Fluirá hermanos! ¡Y cuando los vehículos vuelvan a correr por las venas de nuestro mundo los campos se reenverdecerán! ¡Cuando los caminos recuperen su sentido, los hombres volverán a amar a su prójimo! ¡Cuando los motores vibren de nuevo el hijo de Ford vendrá!
¡Vendrá por qué su padre nos ama! El autentico Dios qué hizo a los hombres iguales al ponerlos sobre cuatro ruedas, el Dios qué acortó distancias y reunió familias, el Dios qué nos dio el Arte y la tecnología, vendrá en un modelo «T» cubierto de oro desde el cielo para bendecirnos.
¡Esperad! ¡Esperad Hermanos! Pues con los segundos se acorta el momento en qué los pedaleadores y los caminantes serán castigados por sus pecados. Los choferes heredaremos la tierra que fluirá con automóviles de todos los colores fluyendo por nuestras venas.
Es cuestión de esperar, tendremos gasolinas, puras y transparentes con su perfume almizcle. Beberemos el combustible como ahora bebemos agua y nuestros huesos se harán densos como el acero de las grúas, nuestras pieles resplandecerán cual pintura de deportivos, nuestros ojos se abrirán en la niebla como faros de halógeno y nuestras voces cantaran con el ímpetu de mil cláxones.
Tengamos fe hermanos pues el verde de los campos solo se cortará por el negro del asfalto.
Ahora hermanitos, qué alguien pase con el cenicero de las ofrendas.
Pero este ya vino hace mucho. Ahora la cuestión es cómo quitárselo de encima, ¡hermanos!
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Hay quien espera la segunda venida.
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La secuela… todavía peor
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No aprenden.
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