La bola disco reanimadora de cadáveres

La chica gritó, pataleó y lloró. Trataba liberarse mientras sus captores la llevaban al altar, cada una de las cadenas sujetas a sus extremidades medía por lo menos un metro y se encontraban tensas manteniendo una distancia mínima de un metro, “Para evitar contaminar en aura del tributo”.

Horrorizada miró los retratos de sus antecesoras, todos rostros fotografiados en sus últimos minutos, pequeñas velas y el eco de sus alaridos mantenían las ilusión de todas las chicas sacrificadas permaneciendo en agonía en el altar.

Los acólitos comenzaron un canto hipnótico y místico, las cadenas  fueron colocadas en la maquinaria forzando al tributo a la posición de sacrificio, hubo unos segundos de luz y silencio cuando el flash de la cámara fotográfica sorprendió a la chica.

Los canticos ganaron intensidad y el nigromante entró con su túnica roja.

Los canticos ganaron intensidad y la bola disco bajó enviando sus destellos a las runas gravadas en los antiguos muros de la que antes fue llamada universidad, la luna roja se asomó por la cúpula bañando de luz escarlata a la chica paralizada de miedo.

Tomó un báculo y atravesó el pecho de la chica justo en el corazón, la sangre salió a borbotones por la herida y llenó el sistema de runas gravadas en el piso, uno de los presentes utilizó la sangre para dibujar un marco en uno de los muros, en su centro fijó la recién impresa fotografía de la víctima.

El nigromante miró al báculo manchado de sangre, cada luna roja repetía el ritual con la esperanza de sacrificar un alma pura, un alma que transformara el báculo y el altar de simples objetos mundanos a una autentica arma del ejército obscuro.

La luna cambió de posición sumiendo el edificio en la oscuridad, fue entonces cuando notó el resplandor enlas paredes, la sangre emitiendo su propia luz recorrió en su totalidad los grabados del suelo, desafiando a la ley de gravedad continuó su camino hasta cubrir las runas de los muros, la bola disco del techo tomó un tono escarlata, la piedra del báculo se calentó y comenzó a emitir su propia luz.

El arma había quedado activada.

Con un gesto de su mano las cadenas liberaron al cadáver aún tibio, apuntó al cuerpo con su nueva arma y este se levantó, los acólitos le entregaron la bola disco. La otrora chica caminó sosteniendo la bola sobre su cabeza, siguiendo a su señor hasta el qué alguna vez fue un estacionamiento subterráneo, los esclavos que apilaban cadáveres de sus hermanos detuvieron su actividad al ver a su amo y su reciente creación.

Los cuerpos, algunos en un avanzado estado de putrefacción, comenzaron a levantarse en cuando en cuanto los destellos del báculo reflejados por la esfera tocaron sus cuerpos.

El nigromante rojo había tenido éxito, llevando su ejército de muertos vivientes se aproximó a solicitar una cita con su señor: El rey del templo.

Las monedas del infierno

El teniente Motto caminaba junto al convoy, catorce camionetas blindadas avanzaban a paso de tortuga sobre una vía secundaria en medio del desierto africano, hombres asustados apuntaban sus carabinas de asalto 451 a las ventanas de los edificios abandonados.

La guerra es el infierno.

El mando central había realizado por lo menos dos intentos de realizar la entrega vía aérea, pero los cañones antiaereos ocultos en la cordillera habían dado al traste con la operación, así que colocaron los paquetes en los vehículos y han puesto dos filas de soldados paranoicos a caminar en medio de una ciudad saturada de hostiles.

—¿Por qué toda la mierda del mundo siempre pasa en un desierto a cuatro mil kilómetros de casa?

La queja del soldado quedó ignorada por varios minutos finalmente quedó olvidada.

No podían utilizar la carretera principal por miedo a la artillería en las llanuras, el apoyo aéreo estaba comprometido por los cañones AA en las montañas, les hacían creer que no había mayor opción que caminar expuestos en la ciudad, pero Motto sabía que existía otra opción.

La carga no era importante, podrían lanzarla al río, prenderle fuego o abandonarla en alguno de esos edificios.

¿Por qué el mando central insistía en entregarlo al campamento BETA?

Se escucharon disparos al frente de la fila, antes de que el teniente pudiera dar una orden notó que la retaguardia también devolvía disparos a objetivos atrincherados en los edificios abandonados.

—¡No se detengan! Utilicen los vehículos como cobertura.

Perdiendo un par de hombres, el convoy avanzó entre el tiroteo hasta que llegaron a una plaza semiderruida, los edificios se abrían para dar lugar una explanada de cien por quinientos metros cubierta de mármol pulido, los hombres ahora expuestos al fuego enemigo y ataques de artillería comenzaron a abordar los vehículos, había un camino de cuatro carriles que llevaba a la carretera principal, no existía ninguna ruta entre los edificios que garantizara seguridad ante los ataques de infantería, dependía de Motto elegir el curso de acción.

—¡Hacia la carretera principal! —Gritó.

Los vehículos rompieron con la formación en fila para llegar a la carretera, soldados que se habían retrasado devolviendo el fuego en la retaguardia no lograron abordar un vehículo y se quedaron atrás.

Un sacrificio necesario, no podían arriesgarse a fallar otra entrega, no cuando la misión está a su cargo.

Aparte del riesgo de artillería, la carretera podía contener trampas, de las seis camionetas blindadas solo dos contenían el envío, las demás eran señuelos para el ataque y apoyo de fuego.

Solo necesitamos que llegue un paquete, uno solo y la guerra terminará.

El primer señuelo estalló cuando pisó una mina oculta, los hombres seguían vivos pero no había manera de regresar a ayudarlos.

La artillería comenzó a caer sobre la carretera, el piloto dividía su atención entre esquivar cráteres y adivinar donde caería el próximo proyectil, el otro camión, qué contrenía un paquete fue alcanzado y un señuelo se quedó con la poca exitosa  intención de rescatar la carga.

La salida del camino estaba a ochocientos metros, allí estarían fuera del alcance de la artillería y las tropas amigas tendrían el perímetro asegurado.

Una tropa enemiga se había colocado en el camino, poseían lanzagranadas y lanzacohetes, un camión señuelo arremetió contra ellos y garantizar el paso.

El señuelo final se colocó en la salida de la carretera para sellar el paso a ataques por tierra.

El teniente Motto lo había logrado, un cargamento de monedas conmemorativas de chocolate para celebrar el fin de la guerra.

La fiesta podía comenzar.