Sir Vor Rico sostenía la cola de su mula lo más alto posible. El Ipad estaba pegado al trasero del animal y aun así no lograba obtener wi-fi.
-Debí comprar un caballo en lugar de una mula.- Se lamentó el novato caballero. Habiendo comprado un paquete vacacional a la Europa medieval, le pareció divertido recorrer los caminos montado en una mula con conexión inalámbrica.
La mula ofrecía algunas ventajas. Por ejemplo es mucho más discreta que el caballo y los salteadores de caminos así como los guardias no se sienten interesados por alguien calvo montado en mula. También está el detalle de que montar un corcel implica cierta capacidad atlética, cosa que Alan (nombre real de Sir Vor Rico) nunca consideró necesaria.
Su paquete turístico había terminado hace dos semanas, el convoy de viajeros había partido de regreso al presente y él se había quedado en la edad media. Solo con algunas monedas, una armadura de segunda, un Ipad y su mula.
Lo único que necesitaba hacer era mantenerse en movimiento hasta encontrar una señal de wi-fi que le permitiera contactar con otro convoy de turistas para poder regresar a su época. De momento algo muy importante era conseguir alojamiento, según el GPS a medio día de viaje estaba La Abeja Coja, una posada medieval en el cruce de los caminos que estaba calificada 4.5 estrellas. (A los turistas les encanta calificar los lugares. Incluso si es una posada del siglo IX cuyos dueños no podrán leer la reseña hasta dentro de dos mil años[1]).
Mientras se acercaba a la posada vio a dos caballeros hablando con una docena de aldeanos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para escuchar. Uno de los posaderos lo señaló y dijo:
-El hombre de la mula tiene una espada.- Alan miró la espada de hoja corta que colgaba perezosamente de las ancas de su montura. Uno de los caballeros, el que contaba con la armadura más mellada y oxidada lo señaló y le dijo.
-¡Usted el de la mula! ¿Sabe usar esa espada?- El eco metálico del casco no lograba ocultar el miedo en la voz del hombre. Alan había recibido un curso de media hora sobre la técnica del uso de la espada. Y su única experiencia consistía en un asaltante enfermo de cólera que estaba armado con una daga rota.
Alan Asintió. –Me ha servido para defenderme Sir.- El otro caballero que llevaba la cruz católica en el pecho lucia mucho más valiente e inexperto. Con esa valentía de aquellos que no conocen el combate le dijo:
-Pues ahora ha sido reclutado para servir a la causa de la bondad y justicia ¿Señor?-
-Sir Vor Rico.- Complementó Alan. El caballero de voz temerosa lo miró con mayor curiosidad.
-¿Cuándo fue nombrado caballero? mi Sir.-
-Hace más de veinte años, entonces era más joven y no me había comido mi caballo.- Era una mentira tan simple, creíble y patética que era difícil no tomarla por una verdad.
-Entonces nos acompañará. Anoche los hombres Jaquelados vinieron a la aldea y tomaron a las mujeres con ellos. Iremos al puente del acantilado con la bendición de nuestro señor Jesucristo y rescataremos a las hijas y esposas de estos hombres de las garras de Will Jaquel.- El joven con la cruz en el pecho lanzó el discurso entre las miradas de decepción de los aldeanos. Alan conocía en varios detalles el obscurantismo. Por ejemplo el derecho de pernada.
-¿Acaso no es derecho del señor de estas tierras, tomar a sus siervas?-
El caballero mellado suspiró mientras veía el camino hacia el acantilado. –Aquí en la abeja coja terminan las tierras del Jaquel. Mi señor me ha ordenado que tome a sus ejércitos y recupere el honor de su casa.-
-Y supongo que usted, el joven aspirante a cruzado, algunos aldeanos con garrotes y un caballero sin caballo somos los ejércitos de su señor ¿No es así?-
-Triunfaremos porque representamos el honor, la verdad y justicia de nuestro señor en los cielos.- Comentó el cruzado con optimismo en el rostro.
Alan se había equivocado en los cálculos. Los ejércitos del señor de Merino[2] consistían en un caballero cansado, un aspirante a cruzado, Laslo y un turista tratando de hacerse pasar por un caballero viejo y pobre.
Laslo era un aldeano con retraso mental y talla pequeña que venía armado con una guadaña oxidada. Su padre lo envió a la misión con la intención de tener una boca menos que alimentar.
Alan montaba su mula en silencio. Hasta que no encontrara señal wi-fi, debía conservar su coartada. Y en este momento se dirigía a una atalaya protegida para morir heroicamente en una causa perdida.
El caballero mellado le explicó que Will Jaquel tampoco era un señor adinerado, por lo tanto sus fuerzas militares también eran reducidas. Solamente seis caballeros, una docena de lanzas y veinte arqueros. Los cuales probablemente estén dispuestos a regresar pacíficamente a la mayoría de las mujeres viejas con tal de no tener que alimentarlas.
La estrategia de la solución pacifica no duró mucho. Sibyl el joven aspirante a cruzado al ver la entrada de la atalaya abierta lo consideró una señal divina. Desenvaino su espada y cabalgo en una heroica carga de un solo hombre. Alan siguió el consejo del mellado y se pusieron las armaduras antes de cargar. Puesto que Laslo no tenía armadura, le permitieron usar el casco que Sibyl había olvidado durante sus cinco minutos de gloria.
La puerta de la atalaya permanecía abierta. Lo cual sirvió a los tres hombres para ingresar discretamente mientras el grueso de las fuerzas del Jaquel tomaba turnos para ensartar sus espadas en las partes no vitales de Sibyl.
El Ipad detectó la señal wi-fi adentro de la atalaya. Ser Vor Rico se escabullo buscando a otro contemporáneo suyo. Mientras tanto Mellado y Laslo habían fallado en las negociaciones y el combate comenzó. Fue cuando Alan se tuvo que enfrentar al bien armado señor Jaquelado. En el momento donde las espadas chocaron, dos bocinas sonaron simultáneamente: Favor de no pelear con los otros turistas.
Alan y William (Verdadero Nombre de Will Jaquel) se detuvieron en silencio y comenzaron a reír. El no tener que hacerse daño mutuamente fue un descanso para ambos hombres. Ahora solo faltaba ver el resultado de la escaramuza y Alan podría regresar a su época.
Laslo se montó en la mula wi-fi. Aquella mula tenia capacidades para mantener a salvo a su jinete. Equipada con hocico lanzallamas y pezuñas de titanio. Laslo se había olvidado de rescatar a las mujeres, ahora estaba muy divertido siendo la muerte montada en mula. Mellado aprovechando el caos generado, se las arregló para completar la misión[3].
Will Jaquel había comprado un paquete vacacional de violación y saqueo. Con ayuda de su agente de viajes consiguieron un boleto para Alan, el cual en cuanto regresó a su época y evaluó con media estrella a la abeja coja. Se dedicó a ver el registro histórico de aquella escaramuza.
Lo único que encontró fue:
Laslo el incinerador: Salvaje campesino que con ayuda de su mula magica incendió la atalaya de Puente del Acantilado. El señor de Merino, ayudado solo con San Sibyl el Martir, sofocó su rebelión a los dos días y tomo posesión de la Atalaya, el Puente y el acantilado.
[1] La posada permanecía en el lugar en el año 3005 d.C. y los dueños seguían sin poner atención a las reseñas de internet.
[2] Así se llamaban las tierras que vacacionaba.
[3] Lamentablemente las heridas lo terminaron de matar a la mañana siguiente.