La línea

Los mineros lo llaman la línea, oficialmente se denomina límite de protección ecológica a áreas protegidas, esta frontera entre la jungla del suroeste de México y el terreno de explotación minera marca una drástica diferencia entre lo que existía y lo que controlamos.

Línea es una palabra jodidamente buena.

Compré la camioneta con efectivo en medio de la ciudad, solo hay cincuenta kilómetros entre la agencia de usados y la línea pero mi vehículo está comenzando a fallar.

—Es una nissan 2004 color verde esmeralda.

Ese fue todo el argumento del vendedor, le doy puntos por su honestidad.

El muro de vegetación que se acaba de manera abrupta donde la operación minera tiene permitido extraer da la impresión de ser una jaula. Enjaulado en la selva. ¿Enjaulamos la mina o a algo diferente?

Un tractocamion se bambolea fuera de la perforación, sus ruedas miden el doble de mi altura y cuenta con varias torretas con bocinas informando de su paso a todos los presentes, es una precaución vana pues el zumbido de la jungla opaca cualquier alerta sonora y el sol empalidece las torretas luminosas.

Algunos hombres hablan de detener los camiones hasta que les paguen sus horas extra, por el tono de sus compañeros podemos adivinar que esos camiones seguirán trabajando. Detrás de ellos viene el hombre que me contrató, por su camisa azul cielo y casco amarillo reluciente puedo adivinar que a pesar de ser una especie de gerente no pasa mucho tiempo en la mina.

—Qué bueno que ya llegó, el licenciado Reynosa me había dicho que usted estaba en Durango. —El hombre discretamente evita el apretón de manos, tal vez es supersticioso o simplemente no está acostumbrado a tratar con gente de fuera de su jaula. —¿Ya le explicaron los procedimientos de seguridad? —

—Sí, Reynosa le dio mi número así que debo preguntar: ¿Cuántos han muerto ya?

—Tres.  — Al decirlo desvió la mirada, no es un cretino completo.

La mina sigue trabajando en las áreas seguras, la gente actúa intentando dar la impresión de que no pasa nada, pero después de avanzar hacia el accidente encuentras la línea.

Es una frontera igual de imaginaria cómo la que separa la jungla de la mina, pero en lugar de muro de vegetación aquí el color de las cavernas presenta un brillo ultravioleta, tres conos de plástico naranja y un letrero de cartón fingen ser el motivo del abandono.

Yacimiento infructífero.

Treinta y cinco mineros han entrado y treinta y cinco padecieron de esquizofrenia. Los tres que fotografiaron el ídolo se han suicidado.

Cruzaron la línea entre lo que existía y lo que controlamos.

—Podemos sacar la estatuilla y llevarla a un lugar donde pueda ser destruida de manera segura.

—¿Podemos?

—Es una señal electromagnética. Un casco recubierto de cobre evitará la señal y una caja aislada con plomo servirá para trasladar el tótem fuera de la mina.

El gerente asiente y toma nota, no es un mal hombre después de todo.

A mí solamente me faltan seis ídolos y podré controlar lo que existía.

Tempoviajante

No entiendo por qué el señor Oldsilver tuvo que anunciar la máquina del tiempo. Cómo su abogado sé que el hombre tiene una infinidad de secretos: las fábricas en Birmania, el ICBM en la casa de Oregón, el contrato con los separatistas catalanes, la cabra en el ático y los experimentos con cactus inteligentes.

Ni si quiera requirió una inversión fuerte, el chico fue un genio expulsado de la universidad por estar demasiado loco, le pusimos una pensión y un laboratorio, a las semanas podíamos ver televisión abierta del futuro y al tercer año podíamos viajar en el tiempo y el espacio.

Al principio el jefe se divirtió adivinando los resultados del soccer local y ganando apuestas pequeñas a sus amigos, pero en cuanto llegó de regresar en el tiempo y evitar que Corea del norte anexara a la del sur decidió que quería el crédito por sus actos.

Lo que no esperó fue la marea de demandas que llegarían a su despacho una vez que logró demostrar que su máquina funcionaba.

Su banco lo demandó por acciones fraudulentas en el programa de inversiones de alto riesgo donde participaba, su esposa por posibles manipulaciones en sus recuerdos lo cual se podría interpretar en una violación psíquica en su toma de decisiones, sus empleados por posibles condiciones amorales en los procedimientos de contratación, el club de veraneo por negar información obligada[1] y varios escritores de ciencia ficción por plagio en algunos elementos del aparato tempoviajante.

No solo eso, varias asociaciones religiosas creyeron que la certeza del futuro era una exclusividad de Dios, psicólogos molestos por la escases de trabajo que el invento representaría al eliminarse el miedo al futuro y los casinos que prevenían su propia ruina.

¿Cómo no pudo prever eso si tenía una máquina del tiempo?

Tal vez lo previno y este es el universo donde no lo hizo, tal vez no es el primero en obtener la máquina y otros mantienen mejor el secreto.

¿Soy el único qué desconfía de sus recuerdos?

Si esto le pasa a uno de cada cien, la demanda de los psicólogos es injustificada, prácticamente me siento enloquecer conforme pienso más en las posibilidades.

Tal vez por eso nadie viaja en el tiempo, tal vez las demandas son inevitables.

 

 

[1] El contrato de renta tenía una clausula que obligaba al cliente a informar el clima del próximo año en caso de adquirir una máquina del tiempo.

Moscas

Héctor se las imaginaba en sus micro-tiempos libres. Blancas y diminutas las larvas eclosionando en las rodillas del oficinista.

Escribía los reportes de gastos a medio de reflejo sin siquiera ocupar su mente en ello, Liliana de compras continuaba dejando más y más reportes de gastos en el lado derecho de su escritorio formando una pila multicolor con un fondo color crema y terminando en una punta de hojas blanco azulado apenas impresas hace unos segundos.

Había dejado caer su vaso de frutas en los pantalones y había sentido como una mosca se alimentaba de un pequeña herida en su pantorrilla, prácticamente había sentido como el insecto depositaba sus huevecillos en su carne.

Pero había demasiado trabajo acumulado, llevaba semanas sin moverse de aquel escritorio, comía dormía y defecaba sin despegarse de su silla ergonómica, la pila de papeles bajaba algunos centímetros  al día minutos antes de que Liliana indiferentemente colocara otra pila de papeles.

Un día Liliana dejo de aparecer, el aroma a putrefacción generado por sus propias heces y carne descompuesta había evitado que la visitante del departamento vecino viniera a dejar sus acostumbradas pulgadas de pilas de papel.

La parte blanco azulado había desaparecido y comenzó con los reportes blancos neutro los cuales se fueron agotando después de dos días de trabajo continuo, el proveedor de fruta a domicilio le dejaba los vasos de fruta con una herramienta creada con una escoba y algunos alambres, cuando oliera mejor le cobraría, dijo.

Sintió una comenzó dolorosa cuando los huevecillos eclosionaron, pero no se atrevió a rascarse ni un momento, ya se había acostumbrado a todas las incomodidades de su trabajo, incluyendo el olor de sus propias heces, la fauna nociva generada y el dolor constante en las rodillas entumidas.

Héctor  Alejandro Álcantar  había llegado a la sección blanco marfil y nada iba a detenerlo de vaciar su bandeja de entrada y regresar a su departamento para descansar y cuidar un poco su higiene, solo era cuestión de días para llegar  a la zona amarillenta y ponerse al corriente con su labor.

Comenzó a sentir como milímetro a milímetro las larvas se movían debajo su piel en su loca carrera para transformarse en moscas en una área donde fuera posible volar, en sus siete minutos de descanso diario mientras dormía, hacia un cálculo de avances en la odisea de las larvas, que considerando los tiempos de espera; actualmente eran crisálidas.

Faltaban tres hojas para vaciar la bandeja de entrada, el charco de putrefacción de Héctor llegaba hasta los tobillos y se escuchaba de soslayo un zumbido colectivo, las moscas criadas entro de la rodilla habían llegado a medio milímetro de piel antes de salir al mundo exterior, fue allí cuando hicieron un esfuerzo colectivo para romper la ultima capa dérmica.

Salieron cual explosión purulenta dejando a su paso un orificio en su pierna de cual manó sangre negra y liquido amniótico amarillento,  Héctor trató de detener la fuga con sus manos pero sus codos habían quedado entumidos en la posición del teclado. Las moscas criadas en su interior y antropófagas en consecuencia se alimentaron del resto del licenciado y colocaron sus huevos para repetir el ciclo.

La mosca de fruta gigante cuenta con una fase singular en su ciclo reproductivo, el macho toma la forma de un humano e ignora su condición de mosca para elaborar de manera ininterrumpida algún trabajo burocrático, una mosca hembra coloca sus huevecillos en el cuerpo del macho de manera que el insecto sirva de alimento a sus propias crías.

Las compañías de seguros han aprendido a aprovechar esta especie.

La bóveda

No habían desarrollado el viaje hyperespacial cuando la enana roja se colapsó, dejaron la bóveda flotando en el espacio con la esperanza de que algún día, con mucha suerte, otra forma de vida diera con ella. Se podría decir que ahora viven a través de nosotros, escuchamos su música, miramos sus fotografías, estudiamos su historia, contamos sus cuentos e incluso hemos imitado su cocina.

Es curioso como en la iglesia católica ha recaído la responsabilidad de preservar la cultura extinta, estos seres llegaron al final de su civilización milenios antes de que nosotros inventáramos la rueda, dicen que la estrella al morir señaló el camino al pesebre de Jesús.  Según las cuentas es algo muy probable.

También nos han dejado muestras de ADN, carecemos de la tecnología para clonarlos, tal vez eso nos evita tener el debate moral de traerlos o no a la vida. Pero algo es cierto, solo nosotros hemos aprendido la lección, seguimos almacenando nuestra música, nuestra literatura, nuestra historia y nuestras religiones (todas ellas), estamos preparando nuestras bóvedas y volviendo a lanzar la de ellos, guardando muestras de ADN, por qué tal vez quien las encuentre tenga menos debates y más tecnología.

La gente se sigue preguntando por qué a la Iglesia le preocupa tanto salvar a la humanidad de una estrella a la que le quedan millones de años, se sigue cuestionando el porqué nos esforzamos en copiar a los antiguos archivos de esta raza para reenviarlos al vacio del espacio.

Hemos visto los crucifijos en la bóveda y hemos leído sus sagradas escrituras.

Una última evangelización antes de la extinción del mundo.

La sirena

El vestido era color azul, de un todo griseado que destacaba contra las obscuras aguas del lago, nunca entendí como abordaba mi canoa y tal vez nunca me importó, su corto cabello era color de la almendra y sus ojos eran enormes, eran de un tono azulado que jamás intente descubrir o entender. Cada visita al lago ella aparecía sentada enfrente de mí, como un reflejo de de mi propia alma, silenciosa cual una escultura y a la vez tan comunicativa como un millar de cartas, siempre de mi misma edad que yo, sentada en mi canoa con su vestido azul.

Cuando tienes seis años te encuentras en el incomodo limbo de ver cosas que el cerebro de los adultos se niega a aceptar y el entendimiento de que lo expresar lo que ves es ilógico y poco provechoso. Desde aquella tierna edad la veía, cada vez que visitaba el lago en mi canoa ella aparecía, no podría decir que siempre supe que ella era para mí, pero había autentico conocimiento de que yo le pertenecía desde mi primera visita solitaria al lago, ella se comportaba de la misma manera, en un silencioso romance en la soledad del lago éramos consientes de la mutua pertenencia.

Conforme fui madurando mi deseo de reunirme con ella por más tiempo fue llamando la atención de lo que denomino ahora como gente real, sería injusto culparlos, de hecho entiendo su lógica y bajo esa comprensión no puedo odiarlos, así que un diecinueve de noviembre recibí un ultimátum, no de parte de mis padres que se preocupaban por mi afán de pasar largos periodos solo en el lago, no de mis amigos que se casaban o abandonaban el pueblo decadente de manera más acelerada, el ultimátum llegó de la compañía fabricante de pintura que había adquirido los terrenos colindantes al lago, matar a un cuerpo de agua para rescatar a mi acabado pueblo, un trato justo que permitiría que aquellos que no hemos abandonado esta localidad podamos prosperar.

Pero ella estaba asustada. —El reflejo de la luz en la superficie del lago es lo que nos permite reunirnos.— Eso fue lo que me explicó, pero ella me conocía mejor que nadie y era consciente de mis capacidades. Yo no podía salvar al lago. —¡Hay una manera en la que podemos reunirnos! ¡De que estemos del mismo lado del lago para siempre! Pero no me atrevo a pedírtelo…—

Al día siguiente en mi canoa estábamos más apretados, las latas de gasolina ocupaban la mayor parte de mi espacio , ella con su vestido azul griseado de siempre me miraba anhelante y asustada, me dijo que ella no podría hacer ese sacrificio por mí, pero en mi honestidad, aquella a la que solo se puede acceder después de diez años de profunda y silenciosa relación, le dije que será más doloroso perderla.

Prendí mi fuego para purificar mi alma y evadir mi cuerpo, me vio sufrir, se levanto y me arrojó al fondo del lago…

Un protestante pirómano tratando de salvar el lago, es lo que dicen allá afuera, desde la clínica mental donde me han encerrado se puede ver un pequeño humedal artificial, una cosa decepcionante y un par de almas separadas, y yo me sigo preguntando: ¿Por qué salvó mi vida?


Final alternativo:

Ahora vivo en otra tierra, tan similar y tan diferente a donde viven las personas reales, pero hay algo que deben saber:  Incluso aquí el matrimonio es tan monótono y aburrido. Hoy tengo cita con el terapeuta de parejas.

Frulación parte III

Para leer la parte II da click aquí.


—Uy, esto está más apretado que el chocho de una puberta.—

—¿Qué… demonios… contigo? ¿Cuál es tu problema?  ¡Esto es un evento formal! ¡No puedes ir por allí haciendo esa clase de comentarios.—

—Perdón señor elegancia, usted fue quien insistió en viniéramos a este evento, tu sabes que no me gusta la gente pipiris nais.—

—Hazme un favor, cierra la boca media hora, limítate a asentir y en media hora te doy las llaves del carro para que largues a donde más te plazca.—

—¿Mc Donalds?—

—Cuando tienes cinco años Mc Donalds es un triunfo, a tu edad es un simple fracaso.—

—Entonces no es cualquier lugar.—

—Tu puedes ir a cualquier lugar, yo no te voy a acompañar.—

—Te habrá botado antes de que yo consiga que un camarero me atienda.—

—¿Quieres irte en media hora?—

—¡Si!—

—Entonces cierra el pico. A la vieja le gustan de mi edad, si tengo éxito te busco en media hora para que te vayas, ¡Ah! Y no te metas en problemas o fingiré que no te conozco.—

Bueno… Allí está Sandra o Ely como la conocen por aquí, haciendo amistades, luciendo despampanante, ganando lealtades y haciendo lo que mejor sabe hacer: Confundir a los inteligentes. Bueno, lo que Sandra sabe hacer con las masas yo lo voy a hacer con una sola señora. Mirna Albarrán de la Villa de Aragón blablablá… Con su vestido negro más severo que una escuela de monjas está señora nos va a sacar de pobres, no solo a mí y a Sandra; Manuel, Javier, Francisco y muchas personas van a vivir mejor después de lo que voy a hacer.

El problema de los ricos y poderosos (aparte de su libido primitiva) es que no dejan que el dinero fluya, se supone que el un rico gasta mucho dinero y de esa manera los pobres tenemos trabajo y gradualmente vamos recibiendo algo, ahora solo se dedican a recibir la mayor parte de sus cosas gratis, que los pobres les paguemos su auto nuevo, su remodelación de piscina o su vestido nuevo.

Sandra me contó que el vestido que le regalaron para esta noche vale más de cien mil, no salieron de los bolsillos de Albarrán de la Villa, donaron ese dinero a una asociación para salvar a la vaquita marina y la asociación les obsequió un vestido por el mismo valor, antes de que la sociedad de amantes de la vaquita cerrara hizo muchos regalos a sus donantes, en su mayoría eran parientes de Mirna que deseaban deducir algunos impuestos.

No me voy a sentir mal, cuando uno como ellos se van a la quiebra no caen como nosotros, la casa será de sus acreedores, pero la seguirá habitando, la ropa fina y las joyas seguirán de su propiedad y al final quien sabe; los ricos que no caen en blandito tienden a rebotar.

Bueno, el trabajo está hecho, seis horas de trabajo duro con descansos de diez minutos en intervalos de media hora, el segundo mejor amante de este lado del atlántico me han dicho. Ely se queda a dormir con su nueva amiga Daniela, si la chica lo hace como su tía… Comienzo a sonar como Emanuel, y hablando del mi desalfabetizado amigo, ya debería haber regresado con el auto.

Bueno… tarde como siempre, el auto está allí, un modelo 300 de lujo en una de las pocas propiedades donde ese auto no llama la atención.

—Llegas tarde.—

—Pensé que tardarías más con la viejita.—

—Cierra el pico y te llevaré a McDonalds.—

—Oye que te parece Daniela, la sobrina de Mirna.—

—Es guapa, ¿Qué con ella?—

—Está en el asiento atrás.—

—¡Hola! ¿Conoces a mi marido? Me lo traje del amazonas.—

—¿Están usando pijamas de borreguitos idénticas? ¿Qué hacen ustedes aquí?—

—Vine a despedirte porque soy una muy buena anfitriona, ¿Vez ese dardo en tu rodilla? Bueno… ya estás muerto…—

—¿McDonalds?—

El Viento Antipsicomaquiavelico

Ella vino a mí con esa sonrisa hermosa y me partió el corazón,  la vecina de enfrente con su cabello negro como la obsidiana y su suave piel bronceada por el sol, atravesaba el pasillo con su nuevo novio. Con los guantes de box colgando de hombro, el flamante pretendiente  me dirige una sonrisa llena de confianza.

—¡Hey! Tú debes de ser el vecino de Ale, dice que te vas a hacer rico con la basura.—

—¿Eso te dijo? Yo no diría rico.— Mirada acusatoria para Ale, que me sonríe mientras se cuelga del fornido brazo del extraño.—Es solo un pequeño invento en el que estoy trabajando, se trata de un generador de…—

—Tengo que irme amiguito, luego me cuentas de eso.— Mi vecina me manda un amigable beso mientras acompaña a su nuevo novio al gimnasio.

Allí va el de este mes, un  esqueuomorfismo de un héroe medieval: Grande, fuerte, bruto y ejecutando alguna labor administrativa en la fábrica de su tío, o yo que sé, el del mes pasado me dijo que era físico hasta que descubrí que trabajaba en el consultorio de fisioterapéutica de su hermana.  Era como el cuento del ornitorrinco que quería ser otorrinolaringólogo, pensaba que porque el nombre se parecía era casi lo mismo. No era tan mal sujeto.

En la mesa hay tres chelines y una botella de brandy, debajo descansaba mi invención, el bote de papas fritas medio oculto en la esquina y los elefantes de vidrio me indicaron que mi mascota y pase de salida de había dado otro atracón.  Solo debo convencerlo de que la basura es más sabrosa que la comida italiana y mi cerdo comenzará a fabricar juguetes con la basura. El estómago de mi animal está hecho con polímeros: Ciclopentanoperhidrofenantreno para ser más exacto.

El pobre cerdo verde puede comer lo que sea y terminará defecando un juguete, el otro día se comió una lasaña completa y defecó un pequeño unicornio rosa salvaje, hoy se comió unas papas y me dejó unos elefantes de vidrio. Algún día mi cerdo cambiará el modo en el que el mundo produce, mi plan no tiene psicología maquiavélica, solo hombres frustrados y animales inocentes.

A la mañana siguiente Ale solloza,

—Igual que los anteriores, todos pasan una noche y se desaparecen, ¿Por qué no  pueden ser más como tú?—

—Nadie debería ser como yo.— Y no le miento, —Te aseguro que solo está perdido por unas horas, al rato te llama.— Y eso es una mentira que he repetido cientos de veces.—Ten: Mi cerdo ayer fabricó unos canguritos de peluche.—

Mientras ella llora, yo me pregunto si todos los boxeadores servirán para hacer canguros de juguete.

 

El gran pollo sabio

—Te digo que es una estafa, comienzas a parecer un palurdo.— Frank enjuagaba  su tasa corporativa, en la cocineta de la empresa todo tenía el logo de la compañía o un color chillón previniendo el daño por ensuciamiento.

—Aunque sea una estafa, se trata de una estafa realizada por un genio del ajedrez.—

—Estas exagerando, solamente subestimaste a tu rival, a fin de cuentas era un pollo.—

—Era un gallo azul, y me ganó en seis movimientos.

—Hagamos lo siguiente Melvin, investiga donde estará la feria el próximo domingo, yo llevaré inocentemente a mis hijos a la feria y tu harás lo mismo. Te demostraré que “El pollo sabio” es una estafa para pueblerinos.—

—No digo que el pollo sepa jugar ajedrez, solo digo que el sujeto que le dice al pollo que fichas mover es justo lo que necesitamos para Núcleo Delta.—

Era una típica feria norteamericana, los niños corrían entre el lodo debatiéndose entre comer el algodón de azúcar o vomitarlo en una montaña rusa de dudosa integridad estructural, Frank y Melvin habían dejado a su hijos en zoológico de contacto al cuidado de sus respectivas esposas, lo cual permitía: a) Que los niños alimentaran a una cabrita b) Las chicas podrían conversar un rato sin las interrupciones de los infantes y c) Qué Frank, cuarto lugar nacional en ajedrez pudiera retar al “Pollo Sabio.”

—¡Acercaos estimado publico! ¡El pollo sabio está buscando a un retador en la famosa comunidad de… de…—

—¡Green valley!— Gritó alguien del público.

—¡Green valley! Aquel que logre derrotar a mi Gallo Azul en una partida de ajedrez podrá ganarse uno de los siguientes premios— El anunciador señaló a una vitrina con productostos electrónicos que llevaban por lo menos cinco años viajando por los condados del país.

—¡Yo quiero intentarlo!— Gritó Frank, y se acercó al escenario pagando los diez dólares por el intento.

—Es una cosa muy sencilla señor, si usted le gana a mi Gallo Azul entrenado, puede llevarse cualquier premio de la vitrina, si pierde en seis movimientos le daré un peluche de consolación, pero si es derrotado rápidamente no hay nada más que vergüenza.— El anunciador hizo un un ademán teatral hacia el asiento. —¿Está listo?—

—¡CoCoooo!— Dijo el pollo de manera indifirente.

Los hijos de Frank jugaban con un flamante rinoceronte rojo de peluche.

Willy “El anunciador” Meléndez, cargaba su camioneta bajo la atenta mirada de su gallo azul, repentinamente se sintió rodeado,  a veces alguien no se tomaba bien perder contra un pollo, agarró un fragmento de tubería de hierro y se giró lentamente. La vida en la feria da muchas sorpresas: en lugar de media docena de granjeros ebrios y enojados, vio a un par de  nerds unas chicas citadinas con ligero sobrepeso y a cuatro niños pequeños.

—Hola señor Wlly, venimos a felicitar al ganador. Su pollo—guiño— ha derrotado al cuarto lugar nacional en ajedrez.— Le extendió una mano amistosa.

—Tiene que aceptar que fue una victoria justa.— Comentó Willy aún preocupado por las consecuencias de humillar a un ajedrecista importante.

—Una victoria justa e impresionante.— Dijo Frank con una sonrisa. —Ni siquiera en los torneos profesionales se puede ver un Gambito Von Groom[1] adecuadamente ejecutado.—

—No le queremos quitar su tiempo, verá: Mi amigo Frank y un servidor nos dedicamos a diseñar computadoras. Estamos trabajando en una maquina muy especial que no sabe nada y queremos que su pollo—guiño— entrenado le enseñe a jugar ajedrez-

—¿Construyeron una computadora que no sabe nada para que aprenda a jugar ajedrez?—

—Es más complejo que eso señor, una máquina que aprende no necesita de un humano que le añada información y si es buena jugando al ajedrez podrá resolver muchos problemas sin la intervención de la gente.—

—Ok…—

—¡CoCoooo!— Añadió oportunamente el pollo.

—Estamos dispuestos a pagarle para que usted y su pollo—guiño— nos visiten y jueguen algunas partidas contra nuestra computadora. —

En el vehículo de regreso Melvin platicaba con su esposa:

—Una mente como la suya atorada en una feria ambulante, un desperdicio de potencial.—

—Probablemente sus padres trabajaban en la feria, simplemente se quedó en el negocio familiar.— Contestó su amada Samanta.

—Me pregunto cómo hará para decirle al pollo que piezas mover.—

—Hace trampa papá, en la escuela hay un niño que sabe hacer que los cuervos se metan a los charcos con su apuntador laser.—

Los adultos meditaron el concepto durante unos minutos, parecía una solución muy simple para aplicar en la feria.

—¿Puedo tener un apuntador laser también?—

—Primero aprende a jugar ajedrez.—

Willy Meléndez se presentó puntual a las ocho en las oficinas de Delta Hardware, con su pollo…

—No esperábamos que trajera al animal.—

—Si no ¿Quien va a jugar?—

—¡Hola!— Núcleo Delta saludó con un acento característico de los ordenadores asesinos.

—¿La computadora habla?—

—Aprendió a hablar hace unas semanas. ¿Parece muy sorprendido para alguien que tiene un pollo ajedrecista?—

—Paso por mi ave en ocho horas.— Willy dejó a su animal en la mesa y salió del lugar con algo de incomodidad. Frank estaba a punto de detenerlo cuando vio que el pollo diligentemente comenzaba a acomodar las fichas en el tablero.

Un brazo mecánico se extendió y comenzó a organizar el tablero.—Permíteme que te ayude… Pollo.— Minutos después el animal y la maquina se enfrascaban en su segunda partida.

Al día siguiente Frank se sentó enfrente de Núcleo Delta, sacó el tablero y comenzó a colocar las fichas.

—No sé cómo le enseñaron a jugar a ese animal, pero veamos que aprendiste tú.—

—¡CoCoooo!— Le contestó la computadora.


[1] Por su puesto que no se ve; el gambito Von Groom es una jugada prohibida.

La novia del Huracán

Me tardé un par de años en darme cuenta, supongo que lo hubiera esperado de una meteoróloga profesional o de una bióloga marina, pero Edith era una contadora que trabajaba ocho horas diarias en un edificio con aire acondicionado.  Tal vez si hubiera puesto más atención, o si no hubiera intentado aprovecharme de la situación…

La primera pista fue cuando estábamos en un restaurante y en la tv pasaban una noticia sobre el huracán patricia. En la ciudad había una paranoia generalizada y me ofrecí a acompañarla a su departamento, durante todo el trayecto ella no dejó de ver noticias sobre el huracán en su teléfono, y cuando llegamos a su puerta me ofreció pasar.

En el estante había varios libros de meteorología que en ese momento no noté, mi amiga se había abalanzado sobre mí con una lujuria que consideraba incapaz de ella, y en lugar de poner atención a sus libros; yo estaba ocupado con su trasero en mi cara. Cuando terminamos nos quedamos desnudos en el sillón de la sala mientras la llovizna golpeaba la ventana. Se notaba algo de tristeza en su rostro.

Su frialdad posterior debió servir para que me alejara, en lugar de eso traté de acercarme a más ella, la busqué y supliqué, pedí disculpas por mi comportamiento en su apartamento y ella me aceptó. Pero seguía siendo fría, indiferente, similar a quien acepta un destino después de que sus sueños mueren.

Me sentí en la relación equivocada, hasta la siguiente temporada de lluvias.

El huracán Ramona había llegado a la ciudad, yo había mantenido a Edith a mi lado a base del canal del clima y regalarle libros de meteorología, pero aquella noche la tormenta impactó de lleno a mi departamento, con una dulzura inusual salimos a mi balcón y dejamos que la lluvia torrencial golpeara nuestros cuerpos. El agua y el granizo nos azotaban  impiadosamente, Ella estaba tan feliz, tan cómoda bajo la lluvia y tan llena de vida. Lo entendía perfectamente, si quería hacerla feliz debía estar donde las tormentas.

Ojalá nunca lo hubiera entendido.

Cyclone_Catarina_from_the_ISS_on_March_26_2004

Aquí estábamos, ha pasado un año desde que entendí cómo hacerla feliz. Rentamos una casa junto a la costa y el Huracán Selma ha alcanzado la categoría cinco. Edith no hablaba: sonreía y jadeaba, solo se movía para cambiar  de ventana y lo único que comía era el agua con azúcar que le llevaba a la boca. Había perdido por lo menos cuatro kilos desde que le dije que rentaríamos una casa en la playa durante la temporada de huracanes, y le ha crecido todo el pelo. Su piel se notaba más pálida, sus pecas habían desaparecido, sus ojos color azul se habían opacado hasta parecer dos aceitunas verdes, sus labios estaban pálidos y su blusa blanca al mojarse transparentaba sus costillas.

Lucia tan feliz, era como si su propio cuerpo y mente fueran tan plenos que habían olvidado todo lo demás, no opuso resistencia mientras le ponía el impermeable amarillo y cuando entendió que la llevaba a un bote, sus dedos se clavaron en mi brazo de la emoción, había una locura inédita en sus ojos, la sonrisa incrustada en su rostro… y… ella era tan frágil.

Tal vez ese era su destino, y me utilizó.

El huracán era impresionante, el bote se agitaba con las olas del picado mar, pero ella mantenía el equilibrio a la perfección. Sin su impermeable me di cuenta de mi propia estupidez, ¿Cuánto hacía que no comía? ¿Alguna vez la hice feliz sin la ayuda de una tormenta tropical? ¿Cómo pretendía hacer que el bote regresara al puerto?

—Gracias.— Me dijo con un susurro que se antepuso sobre los alaridos del viento, el mar y el acero rompiéndose. Me dió un beso, más dulce que el néctar y más tierno que cien cachorrillos bebé.

Frágil, sólo vestida con unos jeans y una blusa blanca, caminó hasta la proa y se arrojó al océano.

Ella no sabía nadar.

Nadie la buscó, nadie me preguntó por ella…

Lo único que dejó atrás fue a mí.

Explosión Sifilítica

Los antiguos isleños cantaban sobre ello, la canción de las olas y el volcán.

Un poema milenario que cuenta la maldición que sufren estas islas:

Cada cuatrocientos años el volcán expele su furia, liberando fuego y ceniza, pero también la enfermedad. Sífilis… sífilis prehistórica, de la misma que padecían los dinosaurios durante la pubertad de la tierra.

Los nativos se han vuelto inmunes, han aprendido a prevenir la enfermedad, pero más de un hombre blanco ha quedado contagiado por la furia del volcán.

eXPLOSIÓN SIFILITICA

 

Esta excusa fue dicha por un marido a su mujer, como explicación por haber contraído  la sífilis después de un “viaje de negocios” al Pacifico sur.