La línea

Los mineros lo llaman la línea, oficialmente se denomina límite de protección ecológica a áreas protegidas, esta frontera entre la jungla del suroeste de México y el terreno de explotación minera marca una drástica diferencia entre lo que existía y lo que controlamos.

Línea es una palabra jodidamente buena.

Compré la camioneta con efectivo en medio de la ciudad, solo hay cincuenta kilómetros entre la agencia de usados y la línea pero mi vehículo está comenzando a fallar.

—Es una nissan 2004 color verde esmeralda.

Ese fue todo el argumento del vendedor, le doy puntos por su honestidad.

El muro de vegetación que se acaba de manera abrupta donde la operación minera tiene permitido extraer da la impresión de ser una jaula. Enjaulado en la selva. ¿Enjaulamos la mina o a algo diferente?

Un tractocamion se bambolea fuera de la perforación, sus ruedas miden el doble de mi altura y cuenta con varias torretas con bocinas informando de su paso a todos los presentes, es una precaución vana pues el zumbido de la jungla opaca cualquier alerta sonora y el sol empalidece las torretas luminosas.

Algunos hombres hablan de detener los camiones hasta que les paguen sus horas extra, por el tono de sus compañeros podemos adivinar que esos camiones seguirán trabajando. Detrás de ellos viene el hombre que me contrató, por su camisa azul cielo y casco amarillo reluciente puedo adivinar que a pesar de ser una especie de gerente no pasa mucho tiempo en la mina.

—Qué bueno que ya llegó, el licenciado Reynosa me había dicho que usted estaba en Durango. —El hombre discretamente evita el apretón de manos, tal vez es supersticioso o simplemente no está acostumbrado a tratar con gente de fuera de su jaula. —¿Ya le explicaron los procedimientos de seguridad? —

—Sí, Reynosa le dio mi número así que debo preguntar: ¿Cuántos han muerto ya?

—Tres.  — Al decirlo desvió la mirada, no es un cretino completo.

La mina sigue trabajando en las áreas seguras, la gente actúa intentando dar la impresión de que no pasa nada, pero después de avanzar hacia el accidente encuentras la línea.

Es una frontera igual de imaginaria cómo la que separa la jungla de la mina, pero en lugar de muro de vegetación aquí el color de las cavernas presenta un brillo ultravioleta, tres conos de plástico naranja y un letrero de cartón fingen ser el motivo del abandono.

Yacimiento infructífero.

Treinta y cinco mineros han entrado y treinta y cinco padecieron de esquizofrenia. Los tres que fotografiaron el ídolo se han suicidado.

Cruzaron la línea entre lo que existía y lo que controlamos.

—Podemos sacar la estatuilla y llevarla a un lugar donde pueda ser destruida de manera segura.

—¿Podemos?

—Es una señal electromagnética. Un casco recubierto de cobre evitará la señal y una caja aislada con plomo servirá para trasladar el tótem fuera de la mina.

El gerente asiente y toma nota, no es un mal hombre después de todo.

A mí solamente me faltan seis ídolos y podré controlar lo que existía.

Todos los cráneos del presidente.

La primera vez que lo vi, sucedió enfrente de una gasolinera, al principio pensé qué se trataba de una exageración de campaña, pero al día dos desde la toma de protesta pude observar los cuerpos mientras eran arrastrados por un camión de trasporte público.

Los troncos inertes estaban amarrados de los tobillos a la defensa trasera del autobús, hacía tiempo qué el polvo se había acumulado en la herida del cuello generando una costra marrón donde deberían estar las cabezas. Apenas ayer habían comenzado las protestas por los resultados electorales y el sindicato de trasportistas fue el primero en reclamar. Fue una cosa horrible pero no la peor.

A su segundo año de gobierno mi esposa me comentó como si se tratara de un chisme del espectáculo:

—¿Sabes? Dicen qué van a hacer una expansión a su habitación, colocarán una cúpula de cuatro metros de altura con nichos para colocarlos.— Clarisa se levantó y revisó detrás de la puerta, buscar intrusos en la casa se había vuelto una costumbre rutinaria, lo hacía casi sin pensar.

—¿Quién te dijo tremenda idiotez?— Pregunté en un tono sobre-actuado por sí alguien estaba escuchando mi conversación matutina.

—Fue mi hermana, Leticia, su marido es ingeniero civil y está encargado de la obra.— Me dijo mientras verificaba que no hubiera objetos sospechosos instalados en nuestra ventana.

—Tendré qué hacerle una visita a mi cuñado. —Dije mientras me servía cereal y verificaba qué no hubiera nada en la caja ni la alacena.

—No pensarás en denunciarlo ¿Verdad?

—El no ha hecho nada ilegal, el presidente dijo qué lo haría, y es normal sentirse orgulloso de una obra de dicha envergadura.— Dije desde debajo de la mesa, tomé un enorme cuchillo de cocina, lo oculté en mi sudadera y salí a mi trabajo.

Mi cuñado me dejó entrar a la obra, me prestó un casco blanco de personal financiero y un  chaleco naranja con bandas reflejantes, nadie verificó los bolsillos de mi sudadera.

—Desde qué saben qué estoy en esta obra todos vienen a pedirme qué les muestre la habitación.

—¿Y al personal de seguridad no le molesta qué traigas invitados a ver la habitación del presidente?

—¡Nah! Tienen sus métodos para prevenir atentados, además parte del proyecto es convertir el lecho presidencial en un sitio turístico.

—¿Quieres decir qué esperan que la gente pague y haga filas para ver los… tu sabes… esos?— Señalé con mi dedo.

—Pues tu mismo has venido, además hay cientos de ciudadanos qué tienen la misma curiosidad qué tu. ¡Vamos! —Dijo mientras me arrastraba al interior de la famosa habitación. —Todos deberíamos de verlo por lo menos una vez en la vida.

—Será un espectáculo morboso que raya en el propaganda política. ¿Dónde está el buen gusto? —Le dije mientras veía las puertas que se instalaban para el acceso de los turistas, la habitación del presidente sería la única abierta al público, y ya se estaban instalando bandas similares a los parques de diversiones.

—¿Buen gusto? — Mi cuñado sonrió de forma histérica. —¡Es de terrible gusto! De hecho desde su campaña demostró tener un horrible gusto, pero mira lo qué ha hecho. —Señaló un mural nacionalista justo donde se instalarían las taquillas. —El segundo país más seguro del mundo, no hay casi crímenes y los qué hay se castigan, no hay pobres en el país, todos tenemos casa propia. —En ese momento lo tomé del hombro para interrumpirlo.

—¿No te has preguntado quien vivía en tu enorme casa antes de qué la compraras a ese ridículo precio a mensualidades? —Mi cuñado se retiró la mano del hombro y gritó con gusto:

—Obviamente a algún cretino qué se lo merecía. ¡No importa! Él está haciendo su parte y nosotros la nuestra, todo es mucho mejor con él, sabes qué no es propaganda, es autentica acción, tu puedes recordarlo ¿No estamos mejor ahora?

Podía sentir como mi voluntad se desquebrajaba.

“Nuestra parte” tenía un peso increíble, comencé a sudar debajo de mi casco, ¿Realmente el presidente estaba cumpliendo con su enferma propuesta de campaña? Si mi cuñado había comprobado que él cumplía, probablemente nosotros deberíamos hacer nuestra parte aunque eso implicara unirme a “esos”

—¿Pero están realmente allí?

—¡Por supuesto qué lo están! todos allí a la vista desde su cama, todas las noches espero junto con el equipo del servicio secreto mientras verifican la seguridad del sitio, lo he visto; se acuesta en su cama debajo de ellos. —Me mostró una placa con letras de bronce sobre concreto colado. —Fue mi idea poner sus slogans en la puerta de la habitación, yo quería algo llamativo pero el dio la orden de algo discreto y directo.

—Tú haces tú parte y yo hago la mía. —Leí en voz baja.

—Es más fácil hacer nuestra parte cuando sabes qué el criminal será castigado. —Mi cuñado estaba a punto de darme acceso al interior de la habitación presidencial.

—Pero ¿Y la primera dama?— Me sentí sucio al preguntar.

—Algunas noches lo acompaña, pero tengo entendido qué nunca se queda toda la noche.

Finalmente vi la habitación: un cuarto enorme con paredes de tres metros de altura, todo recubierto de cráneos, solo dejando algunos espacios vacios a la altura del techo, la cama matrimonial estaba justo al centro y todas las cuencas vacías miraban al centro, directamente al lecho presidencial.

—Lo hizo. —Dijo mi cuñado. —En campaña juró qué se haría responsable de todas las muertes causadas en su lucha por la paz y la prosperidad. ¡Dijo qué pondría los cráneos de sus víctimas sobre su cama! —Extendió sus brazos admirando la obscena obra qué estaba ayudando a crear. —Y realmente duerme aquí.

—Muchos de ellos no merecían morir. —Me atreví a decir.

—El nunca prometió qué los castigos serían justos.

—¡Pero el todavía no era presidente cuando los manifestantes del autobús! —Mi cuñado me empujó hacia la cama. Había dos cráneos, uno en cada poste de la cabecera. Entonces lo noté:

La placa en la cabecera decía “Alborotadores”  Las cuatro paredes estaban cubiertas a diferentes alturas y en la base de los muros había pequeñas señales separando grupos de osamentas.

—¡Los cataloga! —Dije con un hilo de voz.

Mi cuñado sonrió con orgullo.

—Sí, allí están los ladrones, asesinos y criminales de poca monta, en el muro de la puerta están los negligentes, evasores de impuestos y criminales ecológicos, allá están los políticos corruptos, líderes de oposición y los conspiradores, en aquel bloque de la salida se encuentran los estafadores y criminales de cuello blanco.

—¿Y la cúpula? —Pregunté con la boca seca mientras dejaba caer el cuchillo qué escondía mi sudadera. Dos miembros del personal de seguridad se acercaban hacia mí, me pregunté qué pasaría con Clarissa cuando me ejecutaran, posiblemente consiguiera un buen empleo, todos consiguen un buen empleo en este país, aunque sus maridos sean ejecutados.

—Esa es para los inocentes. —Respondió mi cuñado.

Moscas

Héctor se las imaginaba en sus micro-tiempos libres. Blancas y diminutas las larvas eclosionando en las rodillas del oficinista.

Escribía los reportes de gastos a medio de reflejo sin siquiera ocupar su mente en ello, Liliana de compras continuaba dejando más y más reportes de gastos en el lado derecho de su escritorio formando una pila multicolor con un fondo color crema y terminando en una punta de hojas blanco azulado apenas impresas hace unos segundos.

Había dejado caer su vaso de frutas en los pantalones y había sentido como una mosca se alimentaba de un pequeña herida en su pantorrilla, prácticamente había sentido como el insecto depositaba sus huevecillos en su carne.

Pero había demasiado trabajo acumulado, llevaba semanas sin moverse de aquel escritorio, comía dormía y defecaba sin despegarse de su silla ergonómica, la pila de papeles bajaba algunos centímetros  al día minutos antes de que Liliana indiferentemente colocara otra pila de papeles.

Un día Liliana dejo de aparecer, el aroma a putrefacción generado por sus propias heces y carne descompuesta había evitado que la visitante del departamento vecino viniera a dejar sus acostumbradas pulgadas de pilas de papel.

La parte blanco azulado había desaparecido y comenzó con los reportes blancos neutro los cuales se fueron agotando después de dos días de trabajo continuo, el proveedor de fruta a domicilio le dejaba los vasos de fruta con una herramienta creada con una escoba y algunos alambres, cuando oliera mejor le cobraría, dijo.

Sintió una comenzó dolorosa cuando los huevecillos eclosionaron, pero no se atrevió a rascarse ni un momento, ya se había acostumbrado a todas las incomodidades de su trabajo, incluyendo el olor de sus propias heces, la fauna nociva generada y el dolor constante en las rodillas entumidas.

Héctor  Alejandro Álcantar  había llegado a la sección blanco marfil y nada iba a detenerlo de vaciar su bandeja de entrada y regresar a su departamento para descansar y cuidar un poco su higiene, solo era cuestión de días para llegar  a la zona amarillenta y ponerse al corriente con su labor.

Comenzó a sentir como milímetro a milímetro las larvas se movían debajo su piel en su loca carrera para transformarse en moscas en una área donde fuera posible volar, en sus siete minutos de descanso diario mientras dormía, hacia un cálculo de avances en la odisea de las larvas, que considerando los tiempos de espera; actualmente eran crisálidas.

Faltaban tres hojas para vaciar la bandeja de entrada, el charco de putrefacción de Héctor llegaba hasta los tobillos y se escuchaba de soslayo un zumbido colectivo, las moscas criadas entro de la rodilla habían llegado a medio milímetro de piel antes de salir al mundo exterior, fue allí cuando hicieron un esfuerzo colectivo para romper la ultima capa dérmica.

Salieron cual explosión purulenta dejando a su paso un orificio en su pierna de cual manó sangre negra y liquido amniótico amarillento,  Héctor trató de detener la fuga con sus manos pero sus codos habían quedado entumidos en la posición del teclado. Las moscas criadas en su interior y antropófagas en consecuencia se alimentaron del resto del licenciado y colocaron sus huevos para repetir el ciclo.

La mosca de fruta gigante cuenta con una fase singular en su ciclo reproductivo, el macho toma la forma de un humano e ignora su condición de mosca para elaborar de manera ininterrumpida algún trabajo burocrático, una mosca hembra coloca sus huevecillos en el cuerpo del macho de manera que el insecto sirva de alimento a sus propias crías.

Las compañías de seguros han aprendido a aprovechar esta especie.

Otros 30 cuentos navideños qué nadie pidió

Como ya saben, cada año publico una lista de 30 fragmentos de relatos navideños horribles. Ustedes votan y el 26 de diciembre se publica el ganador.

Así qué quitemonos los tapujos y votemos por el qué resulte más llamativo.

  1. En un trineo cubierto de oro matando zombis voy.
  2. El árbol de navidad caminó y se arrojó al fuego.
  3. No hay nada como poder beber antes de las 10:00
  4. Y así fue como los ninjas salvaron la navidad.
  5. En vista de no poseer mejores recursos los dinosaurios jalaron en trineo.
  6. Y cada vez que lavaba su cabeza podía convertir el agua en vino.
  7. Los sabios de oriente se abrieron paso entre hordas de zombis.
  8. El yogurt de fresa era la cura para el corazón de plomo.
  9. Descartes y Santa Claus detuvieron el tiempo y llevaron regalos a los niños pobres.
  10. El secuestro del niño Jesús estaba destinado al fracaso.
  11. Regalar lencería no fue una buena idea.
  12. Arañas gigantes destruían la ciudad, fue el peor deseo de navidad jamás pedido.
  13. Yo la amaba pero ella quería tener el hijo de alguien más.
  14. Los centuriones romanos se abrieron paso hasta la reina marciana.
  15. El hacha transformaba todo lo que cortaba en dulces.
  16. Los renos tenían armas automáticas y una muy mala actitud.
  17. Le estrelló la esfera en la cara y robó la pierna del pavo.
  18. Juárez disfrutaba una rebanada de pizza cuando vio la señal en el cielo.
  19. Los traileros de la costa oeste atraparon al ladrón.
  20. Con una armadura dorada y un blanco caballo la princesa los degolló a todos.
  21. El pavo vengaría a todos sus hermanos muertos los inviernos pasados.
  22. Su nariz excretaba azúcar.
  23. Decoración fálica en las esferas.
  24. Era el sweater feo más bonito de mundo.
  25. Y los canadienses prohibieron la navidad.
  26. Los chinos abrieron fuego contra los renos.
  27. No hay amor sin regalos.
  28. El árbol de navidad tenía características cuánticas inesperadas.
  29. Lo más probables es que aquella salchicha diera felicidad a los niños pobres del mundo.
  30. El emperador de la sociedad de islas del pacifico no tenía oportunidad contra mecha-jus.

Puedes votar utilizando la encuesta o en la sección de comentarios y no olviden compartir con sus seres queridos.

Taenia

Taenia.

Especie de parásito perteneciente a los cestodos. Referentes al género de los platelmintos, estos seres de aspecto similar a un gusano parasitan en diversos animales desde su forma larvaria. Entre sus anfitriones se encuentra el humano.

Tal vez fue un descuido al momento de cocinar, también es muy probable que la señora Cox no se hubiera lavado las manos antes de comer, muchos se lo atribuyen a la mala suerte y otros culpan al sistema médico.

De lo que hay seguridad es de que los huevos entraron por la boca. En la mayoría de los casos la nidada hubiera sido desechada al más tarde, en otras ocasiones las larvas no hubieran sobrevivido a los jugos gástricos, tal vez hubiera sido necesaria una desparasitación.

Pero siempre es posible el peor de los casos…

Una pequeña herida en el estómago permitió que ocho huevos viajaran por medio de las venas cruzando el cuerpo de Sara, un poco de mala suerte los dispersó en diferentes puntos del cerebro donde permanecieron inmóviles durante casi un año.

Los huevos eclosionaron. Millones de años de evolución permitieron que la larva fuera capaz de obtener nutrientes casi en cualquier entorno. El lugar donde se encontraban no representaba un auténtico  reto para la supervivencia. Nutriéndose con la sangre de la mujer, estos seres prosperaron en un cerebro ajeno.

Sara sufría de dolores de cabeza inesperados, pérdida de visión y nauseas frecuentes. Ignoraba que su propia cabeza servía como hogar a ocho criaturas que se alimentaban de su sangre e ideas. El doctor apuntó su lámpara a la pupila de su paciente y con una máscara de impasibilidad que ocultaba un inmenso asco. Detectó a un gusano de color blancuzco rozado que trataba de salir a la superficie cavando a través del ojo izquierdo.

No había ningún tratamiento posible. Solo estabilizar a la mujer y esperar a que todos los parásitos salieran por la cavidad del ojo. Un proceso largo y doloroso que dejó secuelas físicas y psicológicas.

Cuando el séptimo gusano salió Sara fue dada de alta.

Vista en el microscopio de la cabeza de una tenia.
Vista en el microscopio de la cabeza de una tenia.

Nota del Cerdo:

Efectivamente me he tomado algunas licencias artísticas al momento de redactar este relato. Aun así, numerosas personas alrededor del mundo sufren enfermedades causadas por mala higiene en la preparación y consumo de alimentos.