El intercambio de las sirenas.

Mar de Okhotsk,

Un buque pintado de gris militar permanece con la radio apagada mientras la niebla y el hielo se acumulan en el casco, los pocos hombres disponibles en la cubierta permanecen bajo múltiples capas de ropa anhelando entregar la carga a los clientes para poder regresar a las aguas templadas del pacifico.

Son finales de enero y los verdes prados de la península de Bering se encuentran cubiertos de una gruesa capa de blanca nieve, el océano toma el color negruzco del cielo invernal y a lo lejos se puede ver el buque de Greenpeace haciéndose publicidad mientras agrede a los barcos foca de los japoneses.

En la proa del barco permanece bajo su  abrigo de piel el doctor Papanopulus, anteriormente infame por sus colaboraciones con las teocracias musulmanas, después de firmar un dudoso estudio que demostraba que el orgasmo femenino era un mentira;  perdió su licencia médica, ahora pasaba varias horas del día en el frio pensando si la falta de orgasmos ajenos durante sus relaciones no se debería a su propia mediocridad como amante.

Las negras aguas se agitaron a babor, de las profundidades emergía un submarino sin más identificaciones en la torre que el dibujo de una sirena roja, las descargas del depósito de sumersión generaban espuma blanca, un oído entrenado podía detectar los aleteos desesperados de las temidas pirañas vegetarianas rusas, malignos animalitos con la horrenda costumbre de arrancar trozos de carne de tu cuerpo y luego los escupen para seguir con su marítimo desollamiento. Varios hombres en cubierta tragaron saliva al escuchar  como intentaban destruir el submarino.

Esos peces de crueles costumbres son el motivo por el que Greenpeace está presente, diseñados a finales de los 90’s por la ONG estas creatura genéticamente modificadas fueron planeadas por los directivos para garantizar las prohibiciones de pesca. Si los directivos hubieran sido humanos en lugar de una serie de animales ilustrados que fueron abandonados en el espacio por la guerra fría, probablemente el operativo hubiera tenido un mejor propósito.

El submarino y el buque intercambiaron una serie de destellos antes de que la cubierta de la sirena escarlata liberara a la grúa, esta comenzó a descargar tarimas de sobres blancos congelados, en unas semanas estos sobres habrían cursado el continente con ayuda del expreso transiberiano y saturarían el mercado clandestino en Moscú y San Petersburgo.

La tripulación de la sirena negra estaba conformada de minihumanos seres con la estructura de cualquier ser humano pero con una estatura de cincuenta centímetros promedio en los adultos, perfecta tripulación para un submarino.

Esta raza de contrabandistas subacuáticos son el resultado de una serie de habitantes abducidos por alienígenas, los cuales fueron víctimas de experimentos constantes hasta que un accidente con un inodoro tapado en la nave causó la expulsión inmediata de las criaturitas a la tierra.

Desde ese entonces cada ser abducido por esta secta intergaláctica recibe un pequeño manual explicativo en color purpura llamado: Qué no hacer si es secuestrado por una especie superior, incluye las posiciones más cómodas para la exploración rectal, algunas palabras en alienígena para informar cuando el sufrimiento pone en riesgo los resultados del experimento y el manual del inodoro.

Las dos sirenas han intercambiado sus  mercancías, el buque lleva ahora lingotes de oro recuperado de barcos nazis hundidos y el submarino tiene una tonelada de tortillas para taco congeladas, con un poco de calor  estas tortillas llenaran de tacos los hogares rusos.

Continuará…