El ataque de los simios hiperactivos.

Ah la ironía… Lo único que quería era escribir una sola novela, pero me dejé llevar por el dinero fácil y aquí estoy. A cuatro horas de la fecha de entrega y sin una sola página lista.

Sé que en este caso, las opciones son limitadas: 1) Puedo devolver el adelanto que me dio la editorial. 2) Mezclar Red Bull con café y entregar un sinsentido de extrema complejidad literaria. 3) Conseguir un número infinito de simios y ponerlos a teclear paginas al azar hasta conseguir un best seller.

Lo que yo intenté; es darle a mis simios la mezcla de red bull con café. Al principio teclearon de manera veloz, después comenzaron a redactar leyes fiscales y ahora se comportan como simios pero a velocidad turbo.

Saltan, destruyen, copulan y arrojan sus heces por toda la ciudad. Son demasiado rápidos para las autoridades locales y seguirán así por un par de días.

Mejor me escondo antes de que tenga que devolver mi adelanto.

Faltan tres horas para la fecha de entrega. Los simios han asaltado numerosas tiendas de conveniencia y se han preparado más coctel energético. La autoridad ha enviado al ejército a detenerlos pero los simios los superan 100 a 1 y aparte siguen saliendo nuevos ejemplares hiperactivos de mi oficina. Tal vez fue mala idea comprarle a mi traficante de animales local un número infinito de monos.

La gente está intentado evacuar la ciudad, pero las localidades vecinas también están llenas de chimpancés y orangutanes. No hay mucho que se pueda hacer para rescatar los edificios muchas construcciones han servido de lienzo donde los micos escriben letras al azar.

Faltan dos horas para la fecha de entrega, corro por la ciudad cuaderno en mano. Recuperando los pasajes que los simios han escrito con sus propias heces en las paredes de la ciudad. Se ha declarado estado de emergencia y la ONU discute la posibilidad de usar armamento nuclear contra la amenaza changa. Pero ahora encuentro la lógica en las paredes y esta puede ser la obra literaria más grande la Simiosidad.

Los simios se han detenido, han descubierto el internet y se han llevado una computadora a mi oficina. Las ciudades están quedando desiertas y vuelven a ser pobladas por humanos. Los malditos están subiendo su ora literaria a internet, allí quedó mi adelanto.

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