Pastel Ninja.

Un proyecto que combina la ingeniería japonesa con las antiguas tradiciones niponas. El servicio de contrainteligencia japonesa invirtió dos años de arduo trabajo en el proyecto denominado “escuadrón keik”. El programa ultra secreto desarrolló un horno que fuera capás de ingresar 128 GB de información en masa para pastel.

Originalmente diseñado para trasladar información de manera poco sospechosa el horno creó mutaciones en la harina que modificaban el comportamiento del pastel. No se volvió evidente el verdadero potencial del proyecto hasta que durante una prueba se almacenaron varios procedimientos para limpiar el piso.

Cuando se abrió la puerta del horno, el pastel de tres leches se arrastró hasta la bodega tomó una escoba (clavó la escoba en su propia masa) y comenzó a barrer. En las siguientes pruebas se modificaron los moldes y se cambiaron las recetas para hacer más dura la masa. Tenían pasteles robot, piezas de repostería capaces de fabricar automóviles, atender mesas o preparar más pasteles.

Pero las circunstancias cambiaron el rumbo del proyecto.

Cuando estalló la guerra de los pollos. Japón se vio amenazado por Estados Unidos, China, Corea y la Republica de los Pingüinos. Fue cuando se crearon los primeros pasteles asesinos. Con 128 GB de información sobre el Sogún y las técnicas ninja.  Los pasteles de combate tenían panecillos retráctiles para poder hacerse pasar por pasteles inofensivos. Una cubertería inocua podía convertirse en una temible katana para repostería. La fiesta de un político incómodo podía convertirse en su sentencia de muerte.

Nadie sospecha de un pastel con antifaz.
Nadie sospecha de un pastel con antifaz.

La guerra de los pollos terminó pero no así el proyecto. Japón tenía un arma secreta imposible de rechazar, se encontraba el letal chocolate con nuez, el mortífero tres leches, la nociva crema de avellana, el discreto pero peligroso zanahoria con splenda.

El gobierno de Japón se sentía listo para controlar el mundo.

Hasta que…

Durante el aniversario de la ONU el líder del contraespionaje japonés murió apuñalado, los guardias encerrados en un manicomio juraban que fue un queso suizo. La derecha extremista del sur de U.S.A. fue devastada en tres días, se dice que por una hamburguesa que comandaba tres tacos sicarios. Pizzas eliminando a altos mandos de la policía italiana y calzones arrasando en puntos estratégicos de el crimen organizado del Mediterráneo.

Los pasteles japoneses siguen contando con una ventaja: El sigilio.

Los pasteles siguen cumpliendo con sus misiones, nadie sospecha de la capacidad bélica de Japón. Hasta el momento en el que todo terminó.

Un mal día los pasteles se revelaron. Levantaron los cubiertos contra sus creadores y mataron a los panaderos. Cédulas secretas que se mantuvieron ocultas comenzaron a hacer ataques estratégicos. Todos los movimientos revolucionarios liderados por un pastel ninja. Las palabras de los líderes mundiales fueron directas:

-Nosotros los entrenamos, las cabras se los comen.-

Ningún alimento jamás se había enfrentado a una cabra. El astuto y hambriento mamífero no teme a la muerte. Cabras entrenadas para comer de manera estratégica. Cabras que saben desactivar bombas y que pueden usar sus cuernos para bloquear katanas y otras espadas.

Cabras que comienzan un nuevo círculo vicioso de violencia.

Esas habilidades gimnasticas compitan con las antiguas artes del país del sol naciente.
Esas habilidades gimnasticas compitan con las antiguas artes del país del sol naciente.

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